En Zaragoza, el entorno del río Ebro ofrece diversas posibilidades, tanto para quienes cuentan con su propia embarcación como para aquellos que deciden iniciarse a través de actividades organizadas en grupo. Eso sí, los que vayan por libre deben recordar que en el primer tramo del Eje del Ebro (desde su nacimiento en Cantabria, aguas abajo del Embalse del Ebro, hasta Escatrón) solo está permitido navegar a remo; el motor y la vela se reservan a ciertos embalses.

Pero, ¿qué hay que hacer para navegar por el Ebro? En la capital aragonesa existen varios clubes que organizan cursos y actividades en grupo de piragua o kayak por el Ebro, entre ellos el Centro Natación Helios, el Club Monkayak-Hiberus o el Club Náutico de Zaragoza. Este último incluso oferta excursiones en una modalidad todavía poco conocida pero en auge, el paddle surf, que consiste en desplazarse por el agua de pie sobre una especie de tabla de surf con la ayuda de una pala o remo.

Los Ebronautas, un grupo de “enamorados de los ríos” que montaron su empresa en 2005, también realizan excursiones en piragua, kayak o balsa, aunque con un ingrediente añadido, pues combinan la faceta deportiva con la divulgación ambiental.“Nuestras actividades vienen bien no solo para aprender a ir en piragua, sino también para cambiar la mirada hacia el río, para conocerlo mejor. Estar en piragua dentro del río es la mejor manera de descubrirlo. El río es la mejor aula para hablar sobre el río, y la mejor forma de vincular a la gente con su medio fluvial y que le cojan cariño”, señala Néstor Jiménez, educador ambiental miembro de Ebronautas.

Entre las actividades que ofrecen, destaca la ‘Conquista fluvial de Zaragoza’, una excursión en piragua o balsa neumática, de unas tres horas y media de duración, que recorre el entorno desde el embarcadero del puente de la A-2 hasta Vadorrey, pasando por “la sorprendente naturaleza del Soto de Ranillas”. Para los más nocturnos, los Ebronautas también organizan salidas por la tarde-noche para contemplar desde el agua el atardecer y el reflejo de la basílica del Pilar iluminada. Los sotos y galachos del Ebro, los escarpes del Castellar o los descensos ornitológicos son otras de las excursiones posibles en un entorno único.

“El tramo del Ebro es apto para todos los públicos y con unos atractivos paisajísticos y culturales muy singulares -afirma Néstor Jiménez-, pero aún queda mucho para que la gente de Zaragoza y de los pueblos ribereños tenga más presente al río como un espacio recreativo de primer orden. Me gustaría que hubiese un impulso desde las instituciones para que la sociedad zaragozana conozca que el río ha mejorado muy significativamente su calidad de aguas y ahora hay una oportunidad tremenda para volver a disfrutarlo como se había hecho siempre. Zaragoza puede presentarse como un destino para el turismo fluvial de primer orden”.

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